VOLAR.
Toda la vida, supongo que como mucha gente, he soñado en ocasiones que podía volar. Pero reconozco que mi sueño suele ser frustrante: vuelo, sí, pero a ras de suelo, a escasos centímetros del pavimento, desplazándome como un reptil y provocando la hilaridad de la gente y, además, realizando un esfuerzo sobrehumano que hace que me despierte con dolores y contracturas en el cuello, probablemente relacionados más bien con el bruxismo... en fin. Sin embargo, cuando estuve en Txillida leku, lo conseguí despierto.
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